martes, 30 de julio de 2013

A Spinetta, el Flaco de siempre

Lo eterno es lo que nunca se entenderá del todo

Es sábado, once y cuarenta y tres de la noche. Mis amigos dicen que debería salir con ellos a tomar unos tragos, pero no será la primera vez que los rechace. Para eso tengo excusas perfectas que ante sus oídos no sonarán tanto así. Yo me entiendo, eso es lo que importa. No necesito que el resto me comprenda o finja tener algún sentido de afinidad con mis ideas. Y es inevitable pensar que con ese egoísmo tan preciso y mordaz se habrían creado alguna vez las obras de arte más bellas de la historia. Resulta evidente que jamás me compararía con alguno de esos grandes artistas que revolucionaron sus especialidades con su rebeldía e inalcanzables talentos, no llego a ser tan soberbio, pero si algo he de aprender de ellos es justamente que en las actitudes más pancistas aparecen esos destellos de inspiración que revelan la luz, así de pronto, y ya te encuentras escribiendo, pintando, componiendo, esculpiendo, viviendo. 

Y este sábado escucho a Spinetta, creo yo, el máximo exponente del arte ensimismado, egoísta, ese arte del "yo me entiendo y si tú no me entiendes por mí está bien". El Flaco, Luis Alberto Spinetta, un animal silvestre de elegante andar, encasillado en notas musicales fulgurantes y poseedor de una pluma yoísta y desmesurada al momento de escribir poesía. Quizás, como algún tiempo atrás lo dijera en una reunión donde coincidentemente (insisto, no es mi intención compararme) nadie me entendió, Luis es ese dios nórdico del rock latinoamericano (quizás del mundial, si acaso además de Björk existiera un artista tan incomprendido y tan influyente a la vez), ese ente todoluminoso, de idioma ininteligible, que pocos se han atrevido a explorar a profundidad, sin crear religiones como las que se crearon con García y otros músicos posteriores que absorbieran parte de su obra para dejar nuevos legados.

Así, escuchar a Luis es un viaje extraño repleto de misterios y códigos encriptados que no generan descargas desagradables, sino todo lo contrario. Da gusto dejarse llevar por lo que no entiendes cuando se trata de la música de Spinetta. Paradas obligatorias: Almendra, con eso empezó todo, para muchos, para Luis ya había comenzado desde mucho tiempo antes; una banda muy de la época, muy tradicional en lo musical, sí, pero de letras magistralmente revolucionarias, y con esto hundo también a los sobrevalorados Beatles y a Lennon, quienes dieron la pauta, pusieron el pase gol para este lado del campo, pero no hubo más; Spinetta puso el resto. Pescado Rabioso es la siguiente estación. La época blues de Luis, un estudioso de los ritmos americanos, también de la historia, porque si algo tenía Luis que no tuvieron muchos otros, es la posesión de una visión contextual y rica de nuestra cultura e influencias. Alguna vez le preguntaron por qué no hizo poesía en inglés, a lo que él respondería que el español le parecía un idioma mucho más cadencioso e ideal para su música, además que no sabía inglés.

Luego llegó Invisible y su durazno sangrando. Luis se hizo grande con las fábulas, se convirtió en un relator eximio de los mensajes indirectos, se hizo más comprensible pero a la vez más genial, algo que siempre escapó de sus deseos, pues rehuía constantemente de las imposiciones músico-sociales ("al músico/cantante hay que entenderlo, tiene que llegar, sino no vale", y tonterías así) que distribuían mayormente las disqueras. La favorita de muchos, incluyéndome, Jade, ¡oh, Jade!, cuánto jazz en el rock, cuánto jazz habitaba en el rock, cuánto de eso hay en todos. La diosa salvaje, para mí su canción más lograda, Dale gracias y así; como ven no hablo de reconocimientos ni profundizo en las canciones, porque no quiero entrar en hipocresías, muchas veces no lo entendí, pero sí presumo de haberme atrevido a entenderlo y de haber captado gran parte de su esencia, ¿cómo sé esto?, porque el corazón se me quería salir por la boca con sus acordes, con esa voz liviana y casi imperceptible, tan femenina y a la vez tan viril y aplomada. Ese es Luis.

El Flaco siguió experimentando con el retorno de Almendra y luego con los Socios del Desierto. Hizo discos como solista con diamantes por doquier, un disco a dúo con Fito (otro grande que aprendió mucho del Flaco y que siempre aprovechó cada agujero entre canción y canción para ensalzar el valor de su poesía y su música), que termina siendo desde mi perspectiva el mejor disco de Páez, aunque no el de Luis, desde luego. Nunca grabó con Cerati, quizás su alumno más aplicado y esmerado, aunque no llegó al promedio de sus niveles (mucho menos a los picos), y ya con eso le alcanzó para ser otro inmortal de nuestro rock. Con Charly es tema aparte. García es otro camino a la grandeza que, como no iba en línea recta, confluía a veces con el de Spinetta, llegando a esas maravillosas intersecciones estilo concierto Seru Giran y Spinetta Jade, lujos orgásmicos que quien escribe no pudo vivir a plenitud por cuestiones de edad y geografía, pero dejo claro que habría hecho lo que fuese necesario por haber sido testigo presencial de esos despliegues tan magnos de arte e innovación. Hoy, sin lugar a dudas, Charly reza por vos.

Sin embargo, dentro de todo lo incomprensible que pudo ser, el Flaco dejó frases en verso (y otras en entrevistas) dignas del recuerdo colectivo, cito algunas de ellas, no necesariamente porque sean las que considere mejores, aclarando, sólo con el objetivo de darlas a conocer, por si lo necesitan (las frases en verso y las citas de entrevistas):

  • "Aunque me fuercen yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado fue mejor... Mañana es mejor".
  • "Considero que el fanatismo no es musical".
  • "Vivimos en un mundo muy complejo donde hay gente que sufre injusticias tremendas y hambre, falta de trabajo...Bueno, nosotros los rockeros que estamos todos bien ¿qué nos creemos?"
  • "El amor es una vaca ausente de la cual mamo".
  • "(En un futuro) Una locomotora es la fuckin' Gioconda" (esta es una de mis favoritas pero nunca pude explicarla, ni podré)
  • "Duerme un poco y yo entretanto construiré un castillo con tu vientre hasta aquel sol".
  • "Frente a los vidrios de un banco, un anciano desfallece sin nombre".
  • "Tu cuerpo es la vigilia que enloqueció, vueltas al lugar son tus manos".
  • "Hoy que un hijo hiciste, cambia ya tu mente, cuídalo de dogas, nunca lo reprimas, dale el aura misma de tu sexo (...) Todas las hojas son del viento, ya que él las mueve hasta en la muerte; todas las hojas son del viento, menos la luz del sol".

Tenía que estar algo preparado para escribir sobre Luis, no me podía lanzar con mi ignorancia ilimitada, así que respiré hondo y escuché mucho en estos días, ahora vuelvo a este blog olvidado por mí mismo para rendirle este tributo tan poco válido, porque, ¿quién soy yo?, nadie, quizás, sólo alguien que lucha por comprender a un dios de idioma extraño que encuentra su valor en su egoísmo, en su ensimismamiento prolongado y genuino, y en su "entiéndanme los que puedan", porque es tan rico ese egoísmo como la poesía y como la herencia inconmensurable que nos dejó cuando se fuera hace pocos abriles, ¿quién soy yo?, sólo un gordo que admira a un Flaco con plumas de oro e impecable cerebro, alguien que nació un 23 de enero, varios años después de que él naciera, también, un 23 de enero. Regalos escondidos en este jardín de gente.

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