domingo, 28 de junio de 2009

La Lengua Popular

Un disco apasionado y apasionante

Los discos hechos de “sangre” se reconocen al instante. La energía desplegada, el poder de las canciones, y la fuerza de sus letras, son los elementos que pueden hacer de una producción algo realmente significativo. Empiezo este nuevo blog con “La Lengua Popular” porque quizás fue, para mí, el disco revelación dentro de toda la sarta de discos que he estado escuchando en los últimos años. Andrés Calamaro nunca estuvo en el pedestal de mis favoritos, pero este disco me llenó los oídos de belleza y pureza artística, y en las siguientes líneas veremos el porqué.

“Los chicos”; Calamaro no pudo elegir mejor canción para comenzar este disco. Es pura fuerza, pura interpretación. La potencia, no sólo de la melodía, sino también de los coros, simplemente hace brincar a cualquiera. El mensaje de la canción es básicamente: “si me muero espero dejarles algo”, seguramente dejará más de lo que cree.

En algún post de mi primer blog confesé que la canción que más me impactó en el concierto del año pasado en Lima, fue “Carnaval de Brasil”. Al escucharla detenidamente en el disco me convencí aún más de que quizás esté entre los 10 mejores temas de toda la amplia historia musical de Calamaro. La pista reza versos realmente hermosos sobre la extraña pero siempre interesante relación entre un compositor y la música; narrada de manera aún más especial desde la óptica de un músico tan excéntrico como Andrés. Quizás quiso plantear que crear música no es siempre tan alegre como un carnaval de Río, sino que a veces el sufrimiento mismo se convierte en la musa que esperabas (“tristeza nao tein fim”). La melodía puede sonar algo pop balada, mas no deja de encerrar cierta melancolía sin dejar de proyectar la potencia que caracteriza al disco. Definitivamente un gran tema.

Con “Cinco minutos más (minibar)”, el autor argentino fusiona ritmos no usuales en su carrera, como el reggae y la cumbia, haciendo una amalgama realmente formidable. La canción es, en sí, una serie de confesiones, donde podemos rescatar versos como “tengo cada insensatez, y me puedo equivocar, pero no me equivoqué contigo”; tratando de interpretar la idea del Minibar, lo asocio con la mente del cantante, la cual estará abierta ante cualquier opinión o circunstancia, mas su corazón está cerrado, sólo para él y la persona a la que se está refiriendo en sus letras. Una forma algo ambivalente de decir que ahora es fiel. Aunque no es lo más destacado del disco, la canción es pegajosa y no desafina en las intenciones generales de la producción.

“Soy Tuyo”, es tal vez uno de los temas más románticos de la historia del Rock Argentino. Después de “Pronta entrega por favor” cortesía del desaparecido Federico Moura (grupo Virus), no he escuchado un tema que me altere tanto las hormonas como esta gran canción. Calamaro narra poéticamente las cosas que le gustan hacer, íntimamente, con esa persona anónima a la que se refiere en sus letras, recatándose versos como “besar tu flor inmediata, besarte atrás y adelante”, una forma genial de decir que le encanta hacerle el sexo oral a esa persona, o “me gusta demasiado ensuciarte”, vuelen un poco con su imaginación, que este no es un blog pornográfico; pero qué temazo, más sutil y enfático no pudo haber sido el gran Andrelo.

De pronto llega “Mi Gin Tonic”, como para animar un ambiente que se tornaba erótico y hasta algo funesto (debo decir que un músico también debe de saber el orden de sus canciones, ya que influye en el desarrollo del disco, Calamaro lo sabe y lo sabe bien). Habría que ser amigo de Andrés para saber exactamente a qué se refieren todos sus temas, a nosotros, los hinchas, sólo nos queda interpretar según nuestras sensaciones y percepciones (tan subjetivas como las de cualquiera, por cierto). “Mi Gin Tonic” me suena a esas típicas canciones sobre experiencias juveniles que los músicos ochenteros tan bien saben narrar; “Hay días para quedarse a mirar, hay días en que hay poco para ver”… me suena a sanmarquinos en un “Night club”, me suena a jóvenes curiosos y ansiosos. “Hay un deseo que pido siempre que pasa un tren” me suena a esperanza, y en resumen, todo me suena a experiencia. Melódicamente la canción es sensacional, uno de los picos más altos del disco.

Y como si faltaran más ritmos Andrés nos regala “La espuma de las orillas”, una canción de corte romántico empedernido y rogón, como las típicas cumbias peruanas, donde se habla de un amor incondicional a pesar de las barrabasadas que la otra personita podría estar haciendo. Sin embargo el toque de Calamaro está en su facilidad de hacer que cada canción parezca un himno digno de corearse como el más recurrente cántico de hincha futbolístico; esto, sumado al contagioso ritmo, hace de “La espuma de las orillas” un tema como para ponerlo en cualquier discoteca y ver qué pasa.

“Cada una de tus cosas” es otro tema de corte romántico, pero con un retoque de melancolía genial, el cual es perfectamente acompañado de vientos y de un piano rezando la clásica tocada de la película “Romeo y Julieta” de Zeffirelli (1968). Un gran tema con líricas bien dirigidas al objetivo de halagar a aquel amor del que se es parte.

Calamaro vuelve a apelar a su capacidad para cambiar ritmos drásticamente durante el disco, y nos regala “Comedor Piquetero”; la historia de un turista que llegó de casualidad a un comedor (popular) piquetero, regalando sus extrañas comidas y demás souvenirs a los trabajadores que ahí almorzaban. Al tratar de buscar el mensaje central de la canción me encontré con la idea del “ejemplo”, quizás todos algún día deberíamos hacerlas de turista distraído y acompañar a los trabajadores de un comedor popular; y esto quedó más que claro con su pregón “que Dios bendice a los humildes y a los marginales”. Melódicamente el reggae vuelve a predominar en este interesante tema.

Llegó el humor al disco y esa facilidad de Calamaro para burlarse de sí mismo, y empiezan a sonar las guitarras de “Sexy & Barrigón”; canción con la que algunos NOS hemos sentido más que identificados: “aprecio el desprecio y la confusión, la procesión no siempre va por fuera”; quizás los que gozamos del beneficio y los maleficios del sobrepeso sabemos más que nadie que de vez en cuando somos subestimados (sobre todo en la dura competencia por conseguir compañeras sentimentales – obviamente de índole superficial), aunque suene a algo negativo, si se sabe usar bien la herramienta de la inteligencia, la subestima se puede volver una poderosa arma de ataque. Andrés, por sobre todas las cosas, apela más a su cerebro, y confiesa reírse de quienes lo marcan con un aspa por sus defectos físicos. El ritmo de la pista es quizás el más rocanrolero del disco, y dentro de sus dotes de humor insano deja entrever ciertas reflexiones para buenos entendedores.

Hace unas semanas conversaba con mi gran amigo y compañero musical, Pablo Madrid, confeso, anverso y reverso hincha de Calamaro, y la frase que ambos expresamos casi al unísono fue “qué romántico puede ser Andrelo cuando se lo propone”… qué razón tenemos, y hasta nos quedamos cortos. Con “De orgullo y de miedo” Calamaro expresa una serie de sentimientos encontrados que rondan por su vida amorosa, acompañada de un par de confesiones que, de seguro, su pareja no habrá tomado tan bien, pero que con el pasar de la canción se disipan con total naturalidad “que brille el sol en el cielo, que brille el cielo en el río, y la luz en tu ventana adonde estamos dormidos”, un verdadero maestro de la conquista, y más que seguro, de la reconquista.

“La mitad del amor” es una rola cuyo ritmo parece no ser tan serio ni reflexivo, pero quizás sea el tema que, junto con "Mi Cobain (Superjoint)", encierra más mensajes dentro del disco. Cuentan por ahí que Calamaro dejó la bebida (no sé si también las drogas) y que muchos no le creían. En alusión a los rumores que siempre circundan en la farándula argentina Andrés manda un mensaje irónico y elegante: “voy a tomarme hasta el pelo, mi pelo, por favor, con mucho hielo”… y quizás lo más importante es que al dejar la bebida el autor encontró la mitad del amor, hablamos del amor propio, el 50% de una relación amorosa de éxito, el otro 50% sería el amor propio de la pareja: “dicen que para reír no hace falta mirar atrás, y este vez creo que tienen razón”. La pregunta es, ¿cuánto tiempo durará (o habrá durado) este gran “subidón” del artista?, imagino que sólo él tiene la respuesta, y en alguna otra canción nos la hará conocer.



A ver, como lo dije líneas atrás, la poética de Calamaro no es tan fácil de interpretar; sobre todo cuando compone una de esas canciones en las que habla de infinidad de cosas, simbolizándolas con nombres conocidos, o cambiando palabras de un idioma a otro. Calamaro cierra el disco con “Mi Cobain (Superjoint)” donde disfrutamos de un ritmo que no nos aleja de lo complicado de sus letras (como tan bien lo hace Cerati, o ¿acaso las letras de Soda nos hacen pensar o simplemente saltamos y las coreamos?), y eso, valga la redundancia, nos complica más las cosas. En general se trata de una crítica a la realidad argentina, esa que todos vemos tan bien, pero de la que siempre se quejan los habitantes de aquel variopinto país: Llega caliente el verso “y la lengua popular se va a mojar”, haciendo alusión a la lengua de los Rolling Stones, la cual se vería afectada aquella magra realidad que mencionaba. Al tratar de averiguar qué diantres es “Superjoint” me di con la sorpresa de que no se trata de un nombre existente, al menos en Sudamérica, sino de la simple traducción de “porro” al español, desde el inglés “joint”. Desde ahí podemos suponer que el músico enlaza un puente entre el desaparecido Kurt Cobain y la marihuana: “mi Cobain no va a sufrir por los demás”, no sé si Andrés sienta estima por Cobain, lo que tal vez quiera decir es que existe un Kurt Cobain en cada uno de nosotros (sí, aquel sufrido, reprimido pero brillantemente genial músico), y él también tiene el suyo, el cual también sufre con cada cosa que se dice o aparece en la realidad hipotética a la que se está refiriendo. Así mismo el verso “los leones parecen olvidarse que nunca fueron vegetarianos”, me suena a incursión política, a: zapatero a su zapato. En resumen, compara sus pasiones y agrados con la contraparte, la mierda que puede provenir de un gobierno incompetente o de bocas malhabladas; siendo la parte que más me gusta, la final: “la importancia del agua es vital, sobra tu corte comercial”, sin lugar a dudas estamos frente a un grande de la música, pero también frente a un revolucionario intelectual.

En pocas palabras, “La Lengua Popular” es un disco completo, con todos los elementos para convertirse en un “Best Seller” del Rock Latinoamericano. 100% recomendable, y digno de estar en la colección de cualquier melómano empedernido como un servidor.

Hasta que la música nos una.